Una mirada a los Días Extraños del confinamiento,
desde la estética del cine mexicano en su Época de Oro
“Días extraños” es un guiño a la estética de la Época de Oro del cine mexicano. Compuesto por 16 dibujos realizados durante un año de lo que va de este confinamiento -de marzo a marzo-, donde desde lo personal, elaboro en cada imagen una reflexión sobre el devenir de los días durante estos tiempos insólitos que vivimos. De alguna forma, cada pieza forma parte de una secuencia de acontecimientos -algunos del ámbito íntimo, otros de lo colectivo-, y discretamente se van enlazando para desarrollar una narrativa que testimonia cómo fueron esos días.
Cuando comenzó el confinamiento -y nadie sabía que la cuarentena iba a durar tanto tiempo- me refugié en el blanco y negro de estas películas, dejando pasar los días y las flores de aquella primavera. Al principio me reí tanto como la primera vez, cuando esos filmes ya tenían sus décadas de haber sido estrenados, y yo era demasiado, demasiado joven para explicarme la fascinación que me despertaban. Pasé de las películas hilarantes, a otras que nunca había visto, y con ellas argumentos de brutal actualidad. Pero lo que terminó de subyugarme fue la estética: esa exquisita combinación de gestos, objetos, interiores y paisajes, que sublimados por la belleza del blanco y negro, y de la mirada de los cinefotógrafos, conforma una visualidad delicada pero poderosa.
Me subyugó la estética, pero algo más: pequeños detalles explotaban mi asombro, y me conmovían. Algo como lo que Roland Barthes denomina el punctum: un detalle que conmueve, y que incluso duele, algo en la imagen que hiere, y que es absolutamente subjetivo. Así pues, esta fascinación detonó aprehender eso que me conmueve, y me vi formando una extraña colección de fotogramas varios entre los que me apoyé para la realización de las imágenes de este volumen.
Esta iconografía me llevó a la ciudad vista desde el cine. Casas, edificios, escuelas, fábricas, oficinas, parques, jardines y avenidas fueron construidos en aquellos años en la Ciudad de México y en otras urbes de nuestro país; así que buena parte de nuestra vida hoy día transcurre entre espacios y momentos que atestiguaron aquella Época. De este modo, también es un guiño a la ciudad de película, que además de ser la locación de innumerables cintas, es la ciudad de película de nuestro subconsciente colectivo, ahí donde ocurren nuestras hazañas, donde nos enamoramos: donde habitamos.
Para esta irrefrenable necesidad de contar historias me apoyé además en innumerables referencias diversas. Deseo que el público se deleite buscando pistas y atando cabos para dar una lectura a la imagen, y a la vez, a todo el volumen. Así, cada imagen es una historia, y es una pequeña parte de un todo, del todo que cuenta el argumento entre líneas -y nada más puntual que hablar de “entre líneas” en una obra que ha sido dedicadamente achurada- de la totalidad del conjunto.
Así pues, deseo que el lector -ya que las imágenes también se leen- disfrute tanto de este conjunto, como esta servidora al elaborar este libro, donde me he refugiado en estos días extraños, que agradezco compartan conmigo.
Mayra León, en esta ciudad iluminada por los morados árboles de jacarandas, y los trinos de los pájaros.
Marzo de 2021.
